viernes, 10 de junio de 2011

Puerto Cabello reclama lo que por derecho nos corresponde

Muchos años hemos pasado oyendo discursos, leyendo declaraciones y viendo exposiciones en las que nos refieren el Puerto Cabello que podremos o podríamos tener en algún momento del futuro, siempre del futuro. Ofertas van y vienen, promesas de todos los tamaños, juramentos de los más variados tipos, pero al final seguimos siendo la misma ciudad a la que quieren hacer depender de la capital del estado.

Todos hemos hablado de las bondades y fortalezas que tiene el municipio: bagaje histórico, capital humano probadamente trabajador, bellezas naturales, cultura popular envidiable, riqueza arquitectónica y hasta mediana diversidad económica. Con esto potenciales, hemos dicho mil veces, con los que cuenta la ciudad debe convertirse en ícono y referencia en el Caribe.

¿Tendrán vivienda propia los pobres?

Sectores políticos del país se debaten en el tema del déficit habitacional que agobia a los venezolanos. El Gobierno nacional dio un paso adelante con la activación de la Misión Vivienda Venezuela, calificada como “Gran Misión”, que actualmente se desarrolla en todo el territorio nacional en su primera etapa: censar a los necesitados.

Alabanzas y rechazos se ha ganado el censo. Unos lo califican de “una mentira más” del gobierno, mientras que desde la acera oficial aseguran que es la única forma de conocer ciertamente a cuánto asciende el déficit y, más allá, prometen que es la manera más segura de obtener una casa.

El tiempo de ejecución y entrega de las viviendas es otro de los temas en debate. Quienes aseguran que no será realidad, se basan en la revisión de los 12 años que tiene Chávez en el poder. Quienes impulsan la Gran Misión sostienen que ahora se trabajará “a toda máquina” para cumplir con la oferta Presidencial y satisfacer la necesidad del pueblo.

Estas discusiones se presentan como antesala al proceso de elecciones que deberá realizarse en 2012. Cada sector está “halando para su brasa” lo que considera pueda serle vital o indispensable para la conquista del poder. Ambos bandos se critican y repelen con los epítetos más fuertes que puedan pensar, solo con el interés de ganar la preferencia del electorado. Pero la realidad es otra.